viernes, 20 de junio de 2014

NULLA DIES SINE LINEA




“Nulla dies sine linea”, ningún día sin una línea. (Plinio el Viejo, escritor, científico, naturalista y militar romano, 23-79 d.C.)

Ayer leí esta frase revisando la biografía de uno de los autores que estoy leyendo, como consejo a escritores noveles. Y claro, yo que pretendo desvirgarme literariamente hablando, recibí este mensaje como un toque de atención.  Llevo varios días sin publicar, atribuyendo el hecho a circunstancias externas y la consiguiente falta de tiempo. Si soy sincera conmigo misma, he de confesar que la falta de disciplina es la causante de este silencio creativo. La falta de disciplina… y el miedo a la página en blanco. Un clásico, sí.

Sentarse frente al ordenador, abrir un nuevo documento Word y contemplar ese espacio vacío, blanco, retador y seductor al mismo tiempo, me provoca un cierto desasosiego. Una cuando escribe se enfrenta a sus monstruos internos, a lo inexplorado del ser. Y llega el bloqueo y los mensajes autodestructivos, que si no tengo nada que decir, a nadie le interesará, no sabré hacerlo bien… Vampiros que succionan el impulso creador.

Pero al mismo tiempo la página en blanco me atrapa como un canto de sirena y me conecta con mi esencia, invitándome a danzar con ella a modo de catarsis. Y sin darme cuenta voy entrando en ese círculo mágico, donde todo fluye y todo es posible, y siento que justo ahí es donde quiero estar, enredada en palabras y sueños.


Qué loco esto de escribir, ¿no?